Cristo es el centro

Él (Cristo) es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. (Colosenses 1:15-16)
Desde los inicios del Cristianismo en el primer Siglo, pasando por los padres de la iglesia y los reformadores, en casi en 1800 años de historia de la fe Cristiana hubo un común denominador, Cristo fue el centro del mensaje. Y darlo a conocer a través toda la escritura desde génesis hasta Apocalipsis fue la razón más importante de la predicación del evangelio.
Hasta solo hace 150 o 200 años atrás en Europa se gestaban movimientos como la ilustración y la revolución industrial, que trajeron grandes avances positivos, pero también influencias con premisas humanistas que colocaban al hombre en el centro de todo. Basta conocer un poco de la historia de la iglesia para darse cuenta como muchas denominaciones de un momento a otro, a causas de las crisis económicas y las grandes depresiones, comenzaron a cambiar sus confesiones de fe; a las cuales habían sido leales durante años. Borraron párrafos de sus posturas frente a temas cruciales, para abrirle a paso a un evangelio humanista.
Hacer de lado las posturas que durante siglos jamás tuvieron cabida en la fe cristiana, se volvió atractivo en una sociedad necesitada. Promover el evangelio de los milagros, prometer bienestar y estabilidad financiera, pseudo-denominar el evangelio como la solución mágica a todos los problemas, hizo dejar temas importantes como la Soberanía de Dios.
El enfoque de poner la mirada en las cosas de arriba y no las de la tierra y la doctrina del sufrimiento respectivamente entre muchas otras cosas, fueron desplazadas, para quitar del centro la razón principal de la predicación, Cristo y su obra perfecta. De un momento a otro la predicación se convirtió en un espacio de múltiples ofrecimientos: “da y Dios te dará”, “da y el enemigo no te quitará”, “da tus primicias en dinero para que garantices tener todo el año tu sustento”, “todo se trata de ti”, “el evangelio apunta a ti”, “decreta”, “declara”, “eres un vencedor”, “eres un campeón”, “sella la palabra”, y la lista sería interminable si continuamos. De lado quedo que la premisa de todo fue creado por medio de él y para él, a cambio de por nosotros y para nosotros.
Dejemos algo claro, la predicación del evangelio tiene un solo rumbo: apuntar a Cristo. Si el hombre y sus bienes son el centro de tu mensaje se llama humanismo. Esto aunque vende y es llamativo hoy día, quita a Cristo de la posición que debe ocupar. Es por eso que se hace necesario volver a colocar a Cristo en el centro de la iglesia y para ello hay que quitar todo lo que nos cueste desarraigar.
Cristo es y debe ser el centro del mensaje. Lo importante no eran los milagros, sino el hacedor de los milagros, lo importante no eran las sanidades, sino el hacedor de las sanidades, lo importante no fue las resurrecciones de los muertos sino el hacedor de la resurrección de ellos. De un momento a otro lo que era relevante y vital paso a un segundo plano. Primero los milagros, las sanidades, el bienestar del hombre, la solución de los problemas del hombre y por último si hay espacio Cristo.
En estos cuarenta días Dios nos habla de posicionarnos, por eso debemos tomar posesión del lugar que siempre hemos debido ocupar, y darle al Rey de Reyes el lugar que en la iglesia y las predicaciones jamás debió haber perdido, el centro de todo es Jesús.
By: Pr. Holman Sarmiento.
Preguntas:
Toma un tiempo y considera estas preguntas:
¿Qué situaciones, cosas o personas están ocupando el primer lugar en tu corazón?
¿Qué decisiones debes tomar para hacer de Cristo el centro de tu vida?
¿Estoy dispuesto dar todo por Cristo?
Oración Diaria:
Padre nuestro, en este día quiero me acerco delante de ti, reconociendo que existen cosas, personas o situaciones que están posicionadas en primer lugar en mi corazón. Te pido perdón por cada vez que he puesto ídolos en mi corazón, como el dinero, la salud, el trabajo, las relaciones o la estabilidad en algun área. Te pido que me ayudes a colocar a Cristo en el centro. Amarlo con todas mis fuerzas, Amén.
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